En la actualidad los urbanitas pasamos entre el 60 y 80% de nuestro tiempo en espacios cerrados, por lo que una mala calidad del aire en el interior de los edificios puede afectarnos seriamente la salud.

El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) considera que el personal laboral pasa de media entre el 58 % y el 78 % de su tiempo en espacios de trabajo que se encuentran, en mayor o menor medida, contaminados.

Aunque, en general, la salud y el bienestar de empleados y visitantes siempre ha sido la máxima prioridad para los gestores de edificios y responsables de Facilities, este problema se ha visto agravado en los últimos años debido a la dificultad que entraña encontrar el equilibrio entre la rentabilidad energética, calidad del aire y confortabilidad.

Este artículo expone cómo el administrador de los edificios puede optimizar sus procesos de monitorización, control y evaluación de la calidad del aire interior de los edificios apoyándose en la plataforma ARCHIBUS PLUS.

¿Qué significa tener «buena calidad del aire interior”?

La norma UNE 171330:2008 define como Calidad Ambiental en Interiores a las condiciones ambientales de los espacios interiores, adecuadas al usuario y la actividad, definidas por los niveles de contaminación química, microbiológica y por los valores de los factores físicos.

Por lo tanto, en relación a la calidad del aire interior, para mantener unas condiciones ambientales satisfactorias es necesario:

  • Disponer de una ventilación adecuada;
  • Controlar los contaminantes; y
  • Mantener controlados los niveles de temperatura, humedad y CO₂.

Ventilación

La ventilación o renovación del aire consiste en reemplazar el aire “viciado” del interior del edificio, por aire limpio y fresco del exterior.

Una mala ventilación puede acarrear proliferación de bacterias, mohos, acumulación de polvo, humedad, malos olores, sustancias nocivas o altos niveles de CO2. En definitiva, la renovación del aire interior es imprescindible para mantener un entorno laboral saludable.

Por otro lado, la mayoría edificios de oficinas no disponen de otra alternativa para renovar el aire interior que la utilización de sistemas mecánicos.  Consciente de esta situación, la propia comisión europea auspició la redacción de una norma que facilita la auditoría de los sistemas de climatización en los edificios de acceso público (EN 13053:2019).

Control de contaminantes

La mayoría de los contaminantes que afectan a la calidad del aire interior provienen del propio edificio (materiales inadecuados o defectuosos, uso excesivo o inadecuado de productos químicos  uso común como desinfectantes limpiadores, etc.).

A continuación, se enumeran los contaminantes más comunes en los edificios de oficinas actuales:

  • Compuestos orgánicos volátiles (COVs). Los más comunes en interiores son los generados por productos de limpieza o desinfección, ambientadores, deshumidificadores y demás productos análogos. Mucho menos habitual, son las emanaciones de gas formaldehído procedentes de algunos materiales sintéticos o los contaminantes provenientes de “fuentes exteriores” como, por ejemplo, el dióxido de nitrógeno presente en edificios ubicados en zonas con una alta densidad tráfico;
  • Monóxido de carbono. La mayor parte del CO presente en los edificios procede, en general, del exterior del propio edificio. Ahora bien, en ocasiones, el gas puede acumularse  por una incorrecta evacuación de los productos de combustión de las instalaciones térmicas o mal funcionamiento de los aspiradores mecánicos del sistema de ventilación de aparcamientos y garajes. En cualquier caso, dada la toxicidad de este contaminante (incluso en concentraciones bajas puede causar fatiga, dolor de pecho o problemas de visión) debe ser permanentemente controlado; y
  • Partículas en suspensión como polvo, polen, humo u hollín. En relación a la salud, las partículas que requieren especial control y seguimiento son las más pequeñas (inferior a 10 micrómetros de diámetro) porque pueden se inhaladas y afectar al corazón y los pulmones.

Igualmente, en lo que respecta a la contaminación biológica, los principales problemas se originan por el mantenimiento incorrecto de los humidificadores y torres de refrigeración.

Por último, debe considerarse también la contaminación procedente del exterior. Los contaminantes externos más habituales en edificios de oficinas, además de los ya mencionados (monóxido de carbono y dióxido de nitrógeno), es el óxido de azufre. Menos habituales, pero que también hay que considerar, son el radón y el metano

Temperatura, Humedad y CO₂

En general, los motivos principales por los que se controlan estos factores físicos en el interior de los edificios, son la eficiencia energética y el bienestar de los residentes. No obstante, hay que considerar que mantener niveles de temperatura y humedad fuera del rango de valores recomendable, impacta negativamente en las condiciones de salubridad del espacio de trabajo. Así, por ejemplo, mantener el índice de humedad por encima del 65% facilita la proliferación de ácaros, hongos y bacterias, que pueden ser causantes de enfermedades respiratorias y asma. Igualmente, los bajos niveles de humedad favorecen la permanencia de  bio-aerosoles en el ambiente y, por tanto, se incrementa la probabilidad de contagio de enfermedades que se transmiten por vía aérea como la gripe.

Igualmente, mantener niveles de CO₂ por encima de 900 ppm, puede causar dolores de cabeza, falta de concentración, somnolencia, mareos y problemas respiratorios.

Por otro lado, hay que considerar que, en conjunto, la temperatura, humedad y nivel de CO₂ son indicadores básicos a la hora de determinar la calidad del aire interior. Así, por ejemplo, el nivel de CO₂, es el referente principal a la hora de determinar las necesidades de renovación de aire en espacios cerrados de alta ocupación y que solo se pueden ventilar de forma restringida como oficinas o salas de conferencias.

Como hemos visto, hay múltiples razones para monitorizar la calidad del aire interior, por lo tanto, la cuestión es: «¿Cómo se puede medir eficientemente la calidad del aire en el interior de los edificios?»

Sensórica para la monitorización de la calidad del aire interior

El mercado proporciona múltiples dispositivos de sensorización inalámbricos, sencillos de instalar y conectar, para la medición de los factores físicos y contaminantes dentro de los edificios . Por ello, hoy en día, puede monitorizarse la calidad del aire interior de un edificio de, por ejemplo, 5.000 m² por menos de 1.500 €, incluyendo la medición de contaminantes como:

  • el monóxido de carbono;
  • las partículas en suspensión;
  • los compuestos orgánicos volátiles (COVs);
  • el formaldehído;
  • el metano; o
  • el radón.

Por otro lado, algunos fabricantes ya empiezan comercializar sensórica para la medición de bio-aerosoles a costes razonables.

Despliegue

Los dispositivos de sensorización inalámbrica, habitualmente, se instalan en los espacios comunes del edificio, evitando ubicarlos directamente (o cerca) de las equipos de climatización y siempre alejados de fuentes de luz solar directa.

Igualmente, hay que considerar que los mejores puntos de anclaje suelen ser las paredes y, en lo posible, hay que evitar colocar los sensores en suelos y techos, ya que las mediciones podrían ser poco representativas.

Por otro lado, hay que tener en cuenta la altura a la que se colocan los sensores en la pared; deben disponerse a la altura (o un poco más abajo) de las persona. Sin embargo, para la medición de algunas sustancias, debido a su peso molecular, hay que utilizar otro criterio. Por ejemplo, para determinar la concentración del nivel de metano, al ser más ligero que el aire, deberá colocarse el sensor cerca del techo. Por el contrario, para medir el nivel de ozono, al ser más pesado que el aire, habrá que radicar el sensor cerca del suelo.

Igualmente, hay que tener en cuenta que los sensores de CO₂ deben de ubicarse lejos del “área respiratoria” del personal, ya que en la respiración se expiran entre 30.000 y 40.000 ppm de dióxido de carbono, cantidades que pueden falsear las lecturas.

La monitorización de la calidad de aire fundamenta la toma de decisiones

Mediante una rápida y sencilla configuración, ARCHIBUS PLUS integra sensores de CAI inalámbricos para el registro de datos medioambientales clave como la temperatura, la humedad, el dióxido de carbono (CO2), los compuestos orgánicos volátiles (TVOC) y las partículas en suspensión (PM2,5).

La plataforma dispone de un sistema de alertas y/o notificaciones que informa cuando se registran mediciones fuera de los umbrales aceptables. Así, por ejemplo, si en el exterior el nivel de CO₂ es 440 ppm y el sistema de monitorización detecta 950 ppm de nivel de CO₂ en el interior del edificio automáticamente se emitirá una notificación, pero cuando el nivel de CO₂ supere 1.100 ppm se emitirá una alerta.

Igualmente, la plataforma dispone de paneles informativos de calidad de aire en tiempo real que, si se desea, pueden ser mostrados en pantallas repartidas por el edificio o accedidos desde dispositivos móviles.

Por otro lado, ARCHIBUS PLUS  dispone de dashboards que, además de mostrar los indicadores de calidad del aire, facilita datos meteorológicos relevantes (temperatura exterior, la humedad relativa y la velocidad del viento, etc.) y niveles de ocupación, lo que proporciona al gestor del edificio una visión completa de la calidad del aire en el entorno de trabajo, lo que, finalmente, permite al gestor ir tomando medidas correctivas sobre la base de datos medidos y, en especial, evaluar los resultados derivados de cada actuación emprendida.

En resumen, la integración de sensores de CAI en ARCHIBUS PLUS, además de ayudar a mantener un entorno de trabajo sano y confortable, facilita la optimización del funcionamiento de los sistemas de ventilación y climatización, así como, el cumplimiento de las normativas y regulaciones medioambientales relacionadas con la calidad del aire interior.

Roberto Rojas Gallego

Managing Director

ARCHIBUS SOLUTION CENTER SPAIN, S.A.

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